jueves, 26 de enero de 2012

Bratz: La Película

Lo bueno del cine es que cabe casi de todo. Lo malo, que como cabe casi de todo también caben cosas como “Bratz: La Película”. Como lo oís, hay una película sobre las Bratz. No, no una de dibujos animados, una de actores (es un decir) reales. Sin entrar en detalles sobre cómo terminé viendo esta abominación, sabía desde el primer momento que iba a ser uno de nuestros infumables.




Podríamos decir que estamos ante un drama social, un relato sobre la perdida de la inocencia y de la infancia en el sendero iniciático de vida, con personajes de hondo calado social y complejas relaciones interpersonales, con sus propias tragedias personales que lastran sus vidas. La amistad perdida, la lucha por encontrar tu propio lugar, la perdida de nuestros sueños, la integración social de las distintas étnias . Que dramón, que profundidad, que calaje social… ¿verdad, no? Pues no. Decir eso sería como decir que Enrique Iglesias es el equivalente en la música actual a Beethoven.

Las muñecas originales. En cuanto a capacidad interpretativa, estan a la altura de sus equivalentes en la película.


Ya la primera escena huele mal. Cuatro jovencitas (me arriesgaría a decir que ninguna de las cuatro protagonistas tienen menos de 20 años, pero aquí son adolescentes en su primer día de instituto) se levantan de un salto de la cama para conectarse al ordenador y discutir entre ellas vía Internet que modelito se van a poner ese día. Haciendo alardes de armarios roperos que ridiculizan en tamaño el salón de mi casa, dejan claro que ellas son las más fashion y monísimas de la muerte.

Antes muerta que sin silla. O algo así era.
Tras esto asistimos a su primer día de escuela. Cada una de ellas asiste a su jornada, en la que casualmente son las más destacadas en cada área: la deportista, arrasa en el campo de futbol, la animadora deja boquiabierto a medio campus, la empollona nos sorprende con un risible experimento, y la otra… bueno, la otra aparentemente no destaca más que en meter la pata, pero luego se demuestra que es una cantante fantástica. Y para ser novatas y su primer día, no está mal.

La encargada de hacer la vida imposible a las Bratz, tan pija como ellas pero mucho menos fashion, donde va a parar.
Pero no todo es felicidad en su primer día, ya que la zorra pija chica popular de instituto que controla el cotarro ve la competencia recién llegada y decide separarlas. Así que cada una de las cuatro acaba por incorporarse a nuevos grupos de amigüitos y dejan de ser una piña entre ellas. Usando un exceso de ejercicio literario, tenemos una elipsis que nos traslada dos años en el futuro, donde el distanciamiento entre las cuatro protagonistas se incrementa. En este punto empecé a dedicarme a recoger la casa y ordenar los calcetines por orden alfabético, actividad mucho más entretenida que ver este bodrio, por lo que tengo lagunas en el desarrollo de la película. Pero tranquilos, no depara muchas sorpresas. Hay un concurso de talentos, cuyo premio es una beca universitaria por la cara (dando el mensaje subliminal de que para ser universitario no hace falta estudiar, solo ser guay), en el que las cuatro amigas tendrán que volverse a unir para ser las mejores. Previsiblemente ganan, además de asombrar al presidente de la MTV que casualmente pasaba por allí, y terminar abrazadas con el juramento en la boca de “amigas para siempre”. Ilusas.

El espectaculo final, digno de Lady Gaga, no está mal para unas chicas sin recursos
Sobreactuaciones, dramas ridículos, un vacío de contenido y de mensaje, la falta de personalidad de las protagonistas y un guión soso lleno de topicazos. Es todo lo que podemos decir de Bratz: La Película. Bueno, podríamos decir más cosas, pero estas son las mejores y las que no incluyen tacos. Mención especial merece el destino del traumatizado joven músico que ha perdido la audición, que termina reconvertido en DJ. Si, DJ sordo, cambia la música según las vibraciones que nota en los altavoces. La malvada rubia, que no es rubia tonta, simplemente es imbécil, también merece un exhaustivo análisis sociológico. ¿Se puede sobreactuar más? Para rematar, el espectáculo final del concurso de talentos, digno de un concierto de Lady Gaga en despliegue de medios, es menos creíble que un billete de 7’24€. La película es un despliegue de escena a cada cual más ridícula, por lo que podría enrrollarme y no terminar nunca de criticarla.

Si por mí fuera, quemaría todas las copias. No dejéis que vuestros hijos vean este tipo de abominaciones.

1 comentario:

  1. No he tenido el placer de ver esta película, cómo acabaste viéndola Elderane? Am enos que tengas una sobrina obsesionada con las bratz no lo entiendo, algún día tendrás que contármelo. me he reído mucho con la crítica, es de las mejores que has hechos en el blog.

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