jueves, 19 de enero de 2012

La Búsqueda 2: El diario secreto

Tras el éxito de “La Búsqueda”, ese intento de crear un moderno  Indiana Jones empollón,  y suponemos que ante las acuciantes presiones económicas, Nicolas Cage se embarcó en una segunda entrega. Si bien la primera parte era entretenida (aunque no pasaba de eso) si conseguías perdonarle algunos pecadillos y defectos (como presuponer que la historia de los templarios y masones se reduce a los doscientos años de historia norteamericana, ignorando más cinco siglos de existencia anterior), esta secuela hace aguas y tiene agujeros por todos lados.


Ya el arranque está bastante orientado a un público yankee, usando como punto de partida el asesinato de Lincoln y la implicación en la trama del tatarabuelo de nuestro protagonista. Con la aparición de las páginas perdidas de un diario, que ponen en duda la versión oficial de los acontecimientos, Nicolas Cage y sus amigos se ponen a investigar para esclarecer los hechos.

Nada como buscar tesoros para reunir a la familia y poner poses guays.


La investigación les llevará dando bandazos de un lugar a otro perseguidos por un Ed Harris que hace las veces de malo sin demasiados escrúpulos, poniéndolos en situaciones inverosímiles e hilando cabos de manera totalmente risible, para terminar conduciendo al grupo a buscar un tesoro perdido de los indios precolombinos. Qué relación tiene el tesoro con la inocencia o culpabilidad del tatarabuelo del protagonista en la muerte de Lincoln es algo que sigo sin entender demasiado bien. Pero que más da, a esas alturas hemos visto rechinar tantas escenas que solo esperamos  que la película termine pronto.

Las situaciones y escenas son a cada cual más ridícula y risible. [Zona Spoilers]La investigación de nuestro grupo les conduce a Londres, donde deben colarse en el despacho de la reina (nada menos), haciendo gala de una tecnología totalmente inverosímil y de una escena de pelea conyugal bastante bochornosa. Si inverosímil es la incursión en el palacio Real, más lo es la escena en la que salen paseando tranquilamente tras activar la alarma de incendios. En el exterior les espera Ed Harris y sus secuaces, que después de seguirlos unos minutos se lían a tiros con ellos para terminar en una persecución. Todo delante del palacio, con la alarma de incendios sonando y sin que aparezcan policías ni bomberos.

Sin demasiado sentido, empieza una bochornosa discursión de pareja en el palacio de Buckingham.
La sobreactuación de Cage y Kruger está garantizada.

Ni cortos ni perezosos, descubren que deben entrar en la Casa Blanca y colarse en el despacho oval para encontrar la siguiente pista. Dejando la espectacularidad de Londres, la incursión en el despacho presidencial es ridícula y nos deja una de las escenas más patéticas de la chica de la peli (interpretada por Diane Kruger), que si ya había puesto el listón alto con la pelea conyugal de Londres, aquí se supera con sus métodos para distraer a su nuevo novio mientras el bueno de Nicolas busca su pista.

La película termina siendo un sinsentido de buscar pista tras pista, cual gymkana a nivel mundial.
Pero el momento cumbre llega cuando Nicolas, todo él determinación y arrojo, decide secuestrar al presidente para conseguir su siguiente pista. Sí, al presidente de los EE.UU. Y lo hace. Y no solo eso, sino que además, de buen rollito, se hacen colegas improvisando un síndrome de Estocolmo en cinco minutos y acaban bien y todo.

Aquí Nicolas Cages nos muestra su faceta humorítica. La ausencia de ella, quiero decir.
Uno empieza a pensar que las cosas no pueden ir a peor, hasta que se embarcan en la búsqueda del Dorado (en la película le llaman de otra manera, pero vamos, es una ciudad de oro). Unidos a la fuerza al malo, nos hacen dar una serie de pasos ligeramente patéticos para encontrar la entrada ultra-secreta (los indios precolombinos debían ser unos genios de la ingeniería) y darnos un paseo por las entrañas del monte Rushmore (más escenas patéticas de peligro inminente, fosos sin fondo y alguna interpretación de reconciliación sentimentaloide), encuentran la ciudad perdida de oro. Una última escena de peligro y muerte inminente, y de pronto el malo maloso de la peli, que no ha tenido problemas en toda la película para liarse a tiros en mitad de Londres o espiar móviles ajenos sin ningún pudor, de pronto se vuelve bueno y se sacrifica salvándolos a todos. Así, porque sí.  Todos contentos, todos juntos (menos el malo, claro), la chica deja a su nuevo novio para volver con Nicolas, los papis separados de Nicolas se vuelven a juntar, aplausos y llega el final. Pues no, queda una bochornosa escena final del secundario cómico y su Ferrari nuevo que sigo sin entender a cuento de qué viene, ni donde está la gracia de terminar con esa escena. [Zona Spoilers END]

Para terminar, una sesión de tuneles y catacumbas repletos de tesoros de valor incalculable.
No os lo esperabais, ¿verdad?
El productor Jerry Bruckheimer ya nos tiene acostumbrados a taquillazos y éxitos ligeros de contenido, y a cagarla estrepitosamente al intentar estirar el éxito realizando segundas partes. Suyas son producciones como Piratas del Caribe (una película de aventuras original, divertida y bastante buena), CSI Las Vegas o Bad Boys, cuyas segundas partes y continuaciones han sido bastante  fiasco. Con “El diario secreto” se puede haber quedado bien a gusto, porque ni argumento ni personajes ayudan a hacer una gran película.  Nicolas Cage también nos tiene acostumbrados a altibajos, pasando de hacer películas muy interesantes (Leaving Las Vegas, Asesinato en 8mm) a fiascos infumables (El Aprendiz de Brujo, Gosth Rider, y algunas otras por las que promete convertirse en un asiduo de nuestro blog). Pero me pregunto cómo habrán engañado a actores de la talla de Ed Harris, Harvey Keitel , o incluso qué le habrán prometido a Diane Kruger para hacer un papel tan sumamente tonto. ¿Y en qué pensaban los guionistas? ¿Se anticiparon a la huelga de guionistas de Hoolywood? El guión no tiene ni pies ni cabeza, la investigación va dando bandazos sin demasiado sentido, la relación de los padres del personaje de Cage está forzadísima, la relación entre la pareja protagonista es totalmente risible, el secundario cómico no tiene ni gracia ni chistes buenos, el malo que al final no es malo… ¿y qué cojones es eso de la página 47? Durante los diálogos con el presidente parece ser algo importantísimo, pero en ningún momento de la película lo aclaran ni dicen lo que es.

Siendo como era su primera parte una película de aventuras ligera, tampoco esperábamos mucho de esta segunda parte. Pero ni a eso llega, y se derrumba por sí sola y decepcionando por los cuatro costados. Una buena manera de perder  124 minutos (más los anuncios, si la veis en la tele). Y preparaos, hay en camino una tercera parte…

3 comentarios:

  1. Eso es lo que me acojona, que están intentando hacer una tercera parte...
    criticaslocas

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  2. Oye, a lo mejor explican el por qué de la página 47 de los webs...

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  3. Malas las dos entregas , sin alma , tan estereotipadas bfff!! Lo peor es que la ultima de Indy parece una secuela de estas!

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