jueves, 12 de enero de 2012

Eragon

Comenzaremos diciendo que Eragon es la primera parte de una trilogía literaria (reconvertida sobre la marcha en tetralogía, que hay que aprovechar el tirón y sacar pasta), escrita por un Christopher Paolini , un chico de 15 años que ha leído demasiado a Tolkien. Sin entrar en detalles, ya el libro me pareció soso, un refrito de ideas ya presentadas, que no aportaba nada nuevo al mundillo de la literatura fantástica, y aunque bien escrito, no era nada original. Pero como todo lo que tiene éxito, solo era cuestión de tiempo que a alguien se le ocurriera estrujar la gallina de los huevos de oro para realizar la película correspondiente. Si el libro ya era algo soso y flojo, al pasar por las manos de un guionista de Hollywood, nos encontramos con el siguiente Infumable.


La historia nos cuenta la vida de Eragon, un joven granjero, huérfano a cargo de su tío, que encuentra un huevo de dragón, escondido por la princesa Arya y que marcará su destino. Cuando los lacayos del malvado emperador asesinan a su tío. El viejo Brom, antaño un gran guerrero,  tomará a su cargo al joven y su dragón para adiestrarlo y luchar contra el imperio.



Ahora lee el párrafo anterior cambiando:
-    “Eragon” por “Luke Skywalker”.
-    “Huevo de Dragón” por “androides con los planos de la Estrella de la Muerte”.
-    “Brom” por “Obiwan”
-    “Princesa Arya” por “Princesa Leia”

Sumado a la apariencia de Eragon en la película (rubio con ojos azules, al contrario que en el libro, que es moreno, pero igualito que Luke), y al propio desarrollo de la historia (la muerte de Brom Kenobi, su encuentro con Han Sol… digo, con Murtagh, los poderes mágicos del protagonista, la épica batalla final…), la película queda en un cutre-clon de StarWars refrito con El Señor de los Anillos.

Nuestra dragona Saphira, haciendo alarde de una velocidad de crecimiento asombrosa.
Todo esto no sería especialmente malo si no fuera porque la película aburre, y presenta muchas carencias:

-    La representación en general de los personajes es rara, ya que la elfa no parece elfa (además de ser pelirroja en vez de morena, como en el libro), los enanos son más altos que Eragon, la dragona tiene pinta de gallina mutante superdesarrollada, los “Ra’zac” dejan de ser una especia de hombres-pájaros para ser ladrones leprosos con capa… y un sinfín de disparates más.
-    En la dirección de Stefen Fangmeier  se nota su inexperiencia, siendo esta su primera (y única, que yo sepa) película como director, después de haber pasado años supervisando efectos especiales.
-    En la parte de los actores, con Jeremy Irons intentando darle un tono profundo a su personaje, un John Malkovich que aparece de refilón y no sabemos muy bien a cuento de qué participa en esta película, un reparto de actores bastante desconocidos, inexpertos algunos (el propio actor que encarna a Eragon, Ed Speleers, no tenía más experiencia interpretativa que las obras teatrales del colegio), y sosos en su mayoría, la historia queda aún más sosa y plana si cabe.
-    La fotografía es monótona y las escenas de acción y combate están mal planteadas, siendo bastantes  confusas. La historia no es nada original, y bastante previsible en casi todos sus puntos, siendo  bastante infantiloide sin ofrecernos nada interesante.
-    Aunque a grandes rasgos respeta el desarrollo de la novela, aparecen muchas incongruencias y diferencias con la misma que harán chirriar los dientes a sus seguidores (que digo yo que alguno tendrá).

Alguien como John Malkovich debería escoger mejor sus papeles.
En Eragon, su personaje es prescindible y ni luce él ni su influencia en la trama.
A su favor, tal vez se salve el trabajo gráfico con el diseño del dragón y los efectos especiales, creados por la Industrial Light & Magic. Pero sin historia solida que los respalde, la película se cae por sí misma. Tan mal funcionó de crítica y taquilla que, siendo anunciada como la primera parte de una trilogía, no se atisba ni de lejos la realización de la segunda parte.

Como no, tenía que aparecer una chica guapa. Eso sí, es elfa por que nos lo dicen,
por ni orejas puntiagudas ni ningún rasgo característico (y eso que en el libro si los tiene).

Refrito de planteamientos, aburrida en su desarrollo, plana en su fotografía, Eragon es una película de la que podemos prescindir en nuestra filmografía, por mucho que nos guste ver dragones. Aunque si queréis perder un par de horas de vuestra vida en verla, sois libres para hacerlo. Luego no digáis que no os avisamos.

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