Un cúmulo de circunstancias me han traído a este infumable. La emitían en la tele un día en que no tenía nada mejor que ver (bueno, evidentemente, sí había cosas mejores que hacer, pero me coincidía que estaba libre para verla), estaba solo (no tenía que torturar a la parienta con este tostón) y sabía, con solo ver el título, que era un infumable. Así que me sacrifiqué por vosotros, puse en peligro mis retinas y me dispuse al visionado de esta cinta de asesinos orientales. Me debéis una, ya os pasaré la factura del psiquiatra. O mejor, me pasáis el dinero y ya decido yo como gastarlo…